lunes, 21 de septiembre de 2009

La Leyenda del Espejo Pixelado

Con este relato corto, gané el tercer premio de literatura de terror el año pasado. Espero que os guste y no os murais de miedo.



La leyenda del espejo pixelado
A principios de los años 20 del siglo pasado en un pequeño pueblo del estado de Nueva York, rayando casi con la frontera de Canadá tuvieron lugar unos escalofriantes acontecimientos, una historia que se ha ido desvirtuando con el paso del tiempo y las exageraciones que cada uno que la cuenta de una generación a otra le ha ido añadiendo. Por eso estoy aquí.
Mi nombre es James, James Albert River, acabo de ser contratado por el periódico sensacionalista The Inside Voice y sé que si consigo desvelar este misterio me haré rico y famoso.

Lo primero es hablar con los ancianos del lugar. “Old” Rose Marie, es una señora muy mayor que asegura haber sido testigo en primera persona de los hechos, que luego se convirtieron en la leyenda local que me ha traído hasta aquí, tuve que ir a visitarla a la residencia del condado. Aquí está la transcripción de sus palabras:
Mis padres eran unos terratenientes del lugar, teníamos tierra y ganado, a mi madre le pesó siempre no haber podido estudiar porque en el siglo XIX no estaba bien visto que una mujer fuese a la escuela superior, así que yo ingresé en la mejor escuela de señoritas de la zona Saint Anne of the Forest, vivíamos lejos de casa, la disciplina era dura, estudiábamos mucho y apenas había diversiones. Todo cambió el año en que llegó a Saint Anne una chica muy extraña, se había quedado huérfana pero sus padres tenían mucho dinero, habían nombrado para ella un tutor que administrase la fortuna hasta que ella fuese mayor de edad con la imposición de que estudiase en esta escuela hasta la fecha. Al parecer su madre se había criado cerca de allí”.
“La nueva respondía al nombre de Sandy, era una chica introvertida, con unos ojos que parecían leer tu mente cada vez que te miraba. Cuando cogimos confianza con ella nos amenizaba las largas y frías noches en el dormitorio común con cientos de historias de países exóticos por donde había viajado con sus padres antes de que fallecieran en extrañas circunstancias meses atrás”.
“Un viernes 13, Sandy nos aseguró que teníamos que pasar a la acción y propuso crear una hermandad con el fin de garantizarnos que todas y cada una de nosotras seríamos bellas, poderosas y triunfadoras durante el resto de nuestras vidas. Tenía un conjuro entre sus manos para atraer el poder de la luz, un documento muy antiguo que compraron sus padres en la India y que le había llegado esa misma semana entre algunas de sus pertenencias que todavía no había abierto”.
“Preparamos todo el ritual. Para captar la magia de la luz eran necesarios muchos espejos y luces de velas. Según el antiguo pergamino una vez que la Hermandad de la Luz se formase y rindiese pleitesía a la diosa que moraba en el interior de los espejos, no sólo podríamos ver nuestro futuro sino que podríamos modificarlo a nuestro antojo si no nos gustaba, tan sólo con desearlo y pronunciar el conjuro”.
“Era medianoche, nos habíamos escapado y estábamos en un viejo cobertizo abandonado de la finca que habíamos recubierto con telas negras para que ninguna luz que no fuese la de las velas nos perturbase. Éramos cinco: Sandy, Maribeth, Joanne, Nathalie, Carry y yo la pequeña Rose Marie a quien habían invitado sólo porque me daba miedo quedarme a solas en el dormitorio”.
“No sé qué pudo salir mal ni tampoco recuerdo ya con claridad lo que pasó pero en el momento en que invocamos a la diosa que moraba en el interior del espejo un rayo rompió el tejado del cobertizo y fue a impactar justo en el espejo en el que hacíamos la invocación. Yo estaba tan asustada que sin darme cuenta me había situado lejos del círculo de espejos que habían colocado mis amigas y fue eso lo que me salvó. Mis amigas cayeron fulminadas por el rayo y contemplé cómo sus almas abandonaban los cuerpos calcinados y se iban metiendo una a una en el espejo. Vi cómo desde dentro del espejo me llamaban, se habían fundido, eran una sola imagen con muchas caras, era un espejo distorsionado, como pixelado. Lo raro es que no había tormenta aquella noche en el cielo”.
“Corrí hasta que no pude más, llegué a la escuela, avisé a la directora… nadie creyó mi historia, todo el mundo está seguro que murieron por el impacto del rayo, pero sólo yo, sé lo que vi. Desde entonces no soy capaz de mirar a los espejos”.
Ya no sabía que hacer, me sentía derrotado, esa historia no me valía, parecía el típico cuento que las abuelas del lugar cuentan a las niñas para que no se vayan solas al bosque. Estaba frente a mi portátil en la habitación del motel de carretera cuando vi que el calendario marcaba el viernes 13 de noviembre de 2008. Comprendí lo que debía hacer pero tenía poco tiempo para los preparativos.
Compré tela negra, espejos y velas. Localicé gracias a mi GPS y a las indicaciones de “Old” Rose Marie aquel viejo cobertizo, estaba casi derrumbado pero me dio tiempo a recomponer con retamas y algunas ramas de pino el tejado. Lo preparé todo para el acto iniciático, lo malo es que no sabía por dónde empezar, yo no tenía documentos, no tenía nada, no sabía ni si quiera el nombre de la diosa a la que debía invocar.
Poco antes de la medianoche, escuché un ruido, cuando me giré vi en el espejo el nombre que tanto había estado buscando ASTARTEA, era ella, la diosa del infierno y había venido a por mí.
Un mes después, la familia de James Albert River se personaba en la comisaría de Policía más cercana a su domicilio para poner una denuncia por su desaparición. No tenían más pistas que su ordenador portátil que habían encontrado en un viejo cobertizo donde supuestamente había ido a investigar una leyenda local.






Después de hablar con “Old” Rose Marie, busqué en los periódicos locales, apenas había información. En una hoja parroquial vi la esquela del funeral de las chicas. Visité el cementerio donde estaban enterradas y hablé con el médico que las atendió en aquella época. Nada nuevo, estaba en un callejón sin salida. Algunas ancianas del lugar aseguraban que las chicas eran brujas, otras que tomaron unas bayas envenenadas y vieron visiones… había versiones para todos los gustos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Porta...Papeles.

Érase una vez, un pijo retrasado y creído, que un día pensó que, sería más guay si hacía rap a lo cutre.
 A mi, personalmente no me gusta el rap, pero algunos amigos me proporcionaron la siguiente información: al parecer, canta algunas canciones poniendo verdes a las tías.Y luego, en otras parece que las endiosa, a ver chaval, o una cosa o la otra.
 Además resulta que había fingido su propia muerte, sin comentarios...
A ver... Porta como te quedas si te digo que eres un producto de marketing. Como seguramente no tienes ni idea de que es eso, te lo explico: significa que no vales para nada, que tus managers lo hacen todo y tu solo tienes que poner la cara y decir cuatro chorradas.
Y a ver si te quitas el abrigo, que hace calor.

martes, 25 de agosto de 2009

"Los Guitarras Desenchufadas"

Empezaré hablando de un supuesto grupo de música conocido como los Jonas Brother. Si, esos notas que, mientras sostienen una guitarra, dan vueltas sobre el escenario. Pero el colmo es que no tienen cables, señoras y señores,  eso en mi pueblo se llama playback.
El caso es que, no se como lo hacen pero hay gente a la que le gustan (yo personalmente no me lo creo supongo que les pagarán por ser fans). Además, si a alguien le pudiera gustar eso, sería alguien con absolutamente ningún oído musical.
Hay gente (entre ellos yo con orgullo) que seguramente preferiría verse la serie entera de Barrio Sésamo antes de oir sus canciones.
Pero la gota que colma el vaso es que se escucha una batería, ¿no? pues yo no la veo mmm... a ver si resulta que luego sacan que el batería es otro Jonas Brother a lo rollo "gemelo maligno" que toca en los conciertos debajo del escenario.
En fin les guste el tipo de musica que les guste, ¡les aconsejo que al menos elijan un grupo que toque!